Si como, vives en Madrid, seguro tienen perfectamente guardada en tu retina el edificio del Hotel Me Madrid Reina Victoria, situado en la Plaza de Santa Ana. Es un edificio precioso que se ha convertido en un verdadero foco de atención. Quizás, incluso, hayas podido disfrutar de su terraza, "The Roof", donde puedes tomar algo con unas vistas espectaculares.
Viviendo en Madrid, no solemos alojarnos en un hotel de nuestra misma ciudad. Pero una situación de trabajo me hizo darme cuenta que necesitaba "vivir" en el centro de Madrid durante unos días. Y por ahí estaba Viajes El Corte Ingles - LGTB para ayudarme. Ellos me propusieron el Hotel Me Madrid Reina Victoria... Y no puedo estar más agradecido por la elección. ¡Mi estancia fue maravillosa! Y mi trabajo pude realizarlo mejor.
La llegada al hotel ya fue magnífica. La recepción es preciosa y amplia, con colores claros y unos sillones comodísimos. Me llamaron la atención cuatro elementos principales: el característico olor de la recepción (así como a chicle, pero limpio, fresco...), que un trabajador nos salía a recibir para saber si necesitábamos algo, que la recepción no es el típico mostrador cerrado, sino que son pequeños mostradores abiertos, que dan una sensación de apertura y por último que, mientras hacíamos el check-in, nos ofrecieron agua fresca o cava. ¡Menudo recibimiento! Y no es porque fuéramos VIPs, que no lo somos, es que ese era su recibimiento básico.
Tengo que decir que llegamos a las 10 de la mañana, y, aunque la hora de check-in es a las 14:00, ya había habitaciones disponibles y no tuvieron problema en dejarnos subir ya a ella. Esto es algo que echo de menos en algunos hoteles a los que voy, que tienen una política muy estricta y antes de la hora oficial no entras. Menos mal que aquí pudimos, para dejar las maletas, refrescarnos...
La habitación fue preciosa. Luminosa, amplia, moderna... con una decoración muy funcional y donde no faltaba de nada. Me gustó mucho el minibar, sin duda el más original que he visto nunca (lo podéis ver en la foto). También me encantó que las luces estaban conmutadas para ser reguladas desde la mesilla, y era posible crear diferentes ambientes... ¡Las luces cambiaban de color!
En nuestra estancia pudimos también disfrutar del desayuno, un buffet amplio en donde no faltaba detalle. Dulces, salados, quesos, jamón, frutas, zumos... y uno de los platos fuertes, la posibilidad de que te prepararan en el momento huevos al gusto: fritos, en tortilla, revueltos... Y por cierto, aquí no se desayuna en un salón cerrado, ya que el lugar de desayunos es el restaurante de la planta baja, en la planta calle, con grandes ventanales y unas vistas preciosas a la Plaza de Santa Ana.
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