Viajar a Corea del Sur: Las 10 cosas que debes hacer en Seúl

Conocí Seúl el pasado verano, en el que era mi segundo viaje a Asia. La ruta incluía, tras dos semanas en Corea del Sur, volver a Japón. Y la primera parada fue Seúl, la capital de Corea.



Me habían contado que, habiendo visitado ya Japón, probablemente Corea del Sur, y por ende, Seúl, me gustaría menos. Y bueno, aunque es verdad que Japón sigue teniendo un lugar de honor entre mis destinos favoritos, conocer Seúl fue una experiencia muy muy grata, que repetiría sin dudar.

En este post os contaré las 10 cosas que no debes perderte si estás planeando un viaje a Seúl.

1. Visitar el Gyeongbokung



Se trata del palacio de la dinastía Joseon y uno de los cinco grandes palacios que encontraréis en la ciudad. Pero es, probablemente, el más imponente... y grande. En su extensa superficie encontrarás el gran patio de entrada, donde, si tenéis suerte como la tuve yo, incluso podréis ver alguna ceremonia oficial. Podréis ver diferentes estancias "reales", estanques, senderos, coloridos tejados... y hasta un museo del folclore de Corea.


2. Pasear por Daehangno

Daehangno es la zona universitaria de Seúl. Y eso es sinónimo de gente joven, estudiantes... y mucha música. La calle más jovial de la ciudad se llena por las tardes y noches de músicos y bailarines que hacen que pasear por allí sea un auténtico espectáculo constante. Además, muchas tiendas, karaokes, restaurantes, bares... en definitiva, el barrio ideal para pasar una tarde-noche de ocio y probar, por ejemplo, uno de los platos favoritos de los universitarios: Pollo y cerveza. Y no busques muchos pies al gato, es tal cual, Pollo y Cerveza. Eso sí... pollo... MUY picante, aunque lo pidas ligerito...




3. Subir al Monte Namsan

Probablemente, las mejores vistas de Seúl se vean desde el Mt. Namsan. No te asustes con lo de subir. Puedes hacerlo a pie, en bus o en teleférico. Sea como sea, sube. Así disfrutarás del parque que rodea el monte, de esas vistas que ya te he adelantado, y de unos miradores llenos de candados de amor. Y, por supuesto, la Torre de Seúl, que por la noche cambia de color y es visible desde muchos puntos de la ciudad.



4. Comprar, comer y pasear por Myeong-dong

Probablemente, la zona más consumista de Seúl. Un entuerto de calles, rascacielos, música, luces... que en ciertos momentos podrá recordarte a la siempre activa Tokyo. Por las noches se llena de puestos de comida callejera que la hacen aún más especial. Y bueno, si, como yo, eres un poco friki, es en esta zona donde podrás visitar el Hello Kitty Café (Actualizo: Me avisan por twitter que acaba de cerrar... :()




Y por aquí también se encuentra un entramado de calles que derivan en el Museo de los Dibujos Animados. Al museo no entré, pero disfruté de lo lindo del paseo hacia el mismo, porque son calles llenas de ilustraciones urbanas, muñecos en las calles, estructuras para que te hagas fotos y te sientas un auténtico dibujo animado...




5. Aldea Tradicional Coreana Namsangol

Entre rascacielos y la vorágine de una ciudad siempre activa como Seúl, y muy cerca de Myeong-dong, se encuentra este pequeño oásis que es un auténtico chorro de tradición. En un precioso parque encontraréis esta aldea que recrea las casas y formas de vida más tradicionales de Corea. ¡Y es gratis!. Además de casas tradicionales (con su mobiliario y utensilios de hogar típicos), la aldea incluye un pabellón, un estanque y, seguramente, os encontraréis con parejas vestidos con el tradicional Hanbok, el vestido tradicional coreano que, si os animáis, también podréis alquilar en la entrada del parque para sentiros un coreano más.




6. Visitar el Palacio Deoksugung

Otro ejemplo de pequeño oásis entre rascacielos y entre una de las zonas más transitadas del centro de Seúl. No en vano estamos hablando de un palacio situado muy cerca del Ayuntamiento de Seúl y de una plaza en la que siempre suelen pasar cosas (artísticas, culturales, manifestaciones...). Entre todo est, el Deoksugung nos asegura un bonito paseo que nos permitirá conocer un palacio que data de 1.611 y dos sorprendentes edificaciones: Seokjojeon y Jeonggwanheon. Sorprendentes porque son totalmente occidentales y más propias de una capital europea. El Palacio es visitable también en forma de visitas guiadas nocturnas.



7. Puerta y Mercado de Namdaemun

La Puerta Namdaemun es uno de los tesoros nacionales de Corea y es aquí donde todavía hoy, cada día a eso de las 16:00, podéis ver la ceremonia de patrullaje de los guardias. En nuestro caso no coincidimos en horario... pero al menos pudimos verlo y, sobretodo, disfrutar, a dos pasos de la puerta, del Mercado Namdaemun: comida, ropa, zapatos, electrónica, papelería... ¡Para volverse loco!




8. Ir de compras a Insa-dong

Otra de las zonas de compras de la ciudad. En este caso, el entramados de calles del barrio Insa-dong forman entre si un auténtico centro comercial al aire libre. Aquí, además de restaurantes tradicionales, encontrarás tiendas de todo tipo, y también de antigüedades. En este barrio se encuentra uno de los museos más originales y divertidos que he visitado: el museo de la caca. Suena escatológico, y probablemente lo sea, pero os aseguro que no paré de reír desde que entré. Por aquí también podréis comprar souvenirs de lo más barato: Compré 12 imanes y 12 llaveros por apenas 2 euros.



9. Comer una barbacoa coreana

A la hora de pensar en gastronomía, hay que probar, sí o sí, la típica barbacoa coreana. Está accesible en casi todos los restaurantes, porque es muy habitual. Tendrás en tu mesa la plancha para la barbacoa, para que te hagas tú la carne a tu gusto, y alrededor decenas de mini platos con todo tipo de aderezos para la misma. Cuidado con uno de estos aderezos: el kimchi. Es lo más picante que yo he probado nunca. Y no me gustó nada, todo hay que decirlo...


Y bueno, el punto 10 de los imprescindibles a la hora de visitar Seúl realmente os lo contaré en otro post, porque merece la pena que tenga un espacio aparte. Se trata de la visita de la zona desmilitarizada de la frontera entre Corea del Sur y Corea del Norte. Una experiencia que emociona, da que pensar y que ayuda a entender de dónde viene el conflicto histórico que viven estas dos regiones.

Por cierto, a la hora de dormir, os puedo recomendar el hotel Loisir, en plena zona Myeong-dong, que aporta una ubicación muy cómoda, con buena comunicación a muchos de los atractivos turísticos y con una gran vida de ocio nada más salir del hotel.

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