Cuando uno viaja a Bruselas, además de aprovechar la capital belga, se suelen hacer tres excursiones muy recurrentes: Brujas, Gante y Amberes. Esas son las que yo hice hace algunos años en mi primera visita al país. El pasado mes de diciembre volví a Bruselas y, esta vez, decidí optar por otras ciudades no tan conocidas pero con un potencial brutal para el turismo: Malinas y Lovaina. En este post os hablaré de la segunda: Lovaina (Leuven en belga). (Lee aquí mi experiencia en Malinas)
Lovaina se encuentra a 30 km de Bruselas, y se conecta con esta por tren. De modo que te será muy sencillo viajar por poco más de 5 euros el trayecto. Desde la estación central de la ciudad salen varios trenes cada hora, de modo que es una excursión muy cómoda. Llegarás a Lovaina en apenas 25 minutos.
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Una vez salgas de la estación de Lovaina, te separa un paseo de unos 10 minutos por una larga calle llena de tiendas. Puedes coger un bus o incluso bicicleta, pero es un paseo agradable de modo que te recomiendo lo hagas a pie.
Entre las visitas imprescindibles de Lovaina se encuentra el Ayuntamiento, un imponente edificio gótico que corona la Grote Mark y que es considerado uno de los ayuntamientos más bonitos del mundo. Motivos no le faltan. Si quieres visitarlo por dentro, hay visitas guiadas los viernes, sábados y domingos (sólo en temporada estival) a las 15:30.
Lovaina es también conocida por su Oude Mark, o "el bar más grande del mundo". Se trata de una gran plaza llena de bares y terrazas que es el centro de la vida nocturna y de ocio de la ciudad. Yo no lo vi en su esplendor, porque la visité por la mañana, pero por lo que me contaron, y tratándose de una ciudad muy universitaria, la animación debe estar asegurada por las tardes y noches.
La Iglesia de San Pedro en la Grote Mark, el Jardín Botánico o la biblioteca universitaria en la Monseigneur Ladeuzeplein son también visitas que te dejarán un buen sabor de boca.
Pero me dejó para el final la que creo es la joya de la corona de esta ciudad, el Gran Beaterio, un lugar lleno de paz y de historia que es Patrimonio Mundial de la UNESCO desde 1.998. Los beaterios fueron, durante la Edad Media, los lugares de residencia de comunidades de mujeres que hacían votos de castidad, de huérfanas o viudas de guerra. Pasear por estas calles y observar esas casas y el río que atraviesa la zona es un auténtico viaje en el tiempo que emociona. No dejes de adentrarte en él.
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